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Ricardo Lezón publica «Esperanza» y anuncia fechas en Madrid y Barcelona

Ricardo Lezón publica Esperanza
Hoy llega "Esperanza", el debut en solitario de Ricardo Lezón en vinilo (edición limitada con cd incluido), CD y digital (Spotify, Apple Music, Deezer).
Ricardo Lezón anuncia hoy también presentaciones de Esperanza en Madrid para el Teatro Lara el 30 de noviembre, y en Barcelona el 2 de diciembre en la sala Sidecar.
Antes estará en Fnac Callao el 15 de octubre y el 19 de octubre en Fnac Bilbao ofreciendo un showcase y firma de discos.
RICARDO LEZÓN, ESE CANTAUTOR DE EMOCIONES A FLOR DE PIEL
Tenía una o dos certezas sobre este debut de Ricardo Lezón, incluso mucho antes de que viera la luz. La primera era su mera existencia, antes o después. Que tras tantos años cobijado en el grupo McEnroe, del que era alma, corazón y vida (que me permita Dyango), o en otras aventuras más experimentales, tipo Viento Smith, llegaría su emancipación. Y que su destino de cantautor de emociones a flor de piel tendría que llevarle algún día a enfrentarse a su verdadero apellido, por encima del de aquel genial tenista rockero y malhumorado. Un songwritter que no viene propiamente de la canción de autor, aunque casi sin querer desemboque en ella, como en el eterno pop delicado, sino de cosas más de este siglo como el slowcore o el alt country.
La segunda era aún más fácil de adivinar. Que ese disco sería magistral.
Ricardo era McEnroe y McEnroe era Ricardo. Pero hoy si cabe, Ricardo es más Ricardo. Aunque no sea un hombre solo (que me permita ahora Julio Iglesias), porque está muy bien acompañado por Txomin Guzmán (The Fakeband), su nuevo y brillante escudero. El hombre que está bajo los arreglos, pianos, guitarras, bajos…El hombre que ha hecho que Ricardo sea otro Ricardo, sin dejar de ser él mismo. Quien ha logrado concretar sonidos, intercambiar paisajes, espaciar matices, sin sacrificar ese éter consustancial a Ricardo. Porque a Ricardo, cambiar, lo que se dice cambiar, no le cambia ni Scarlett Johansson.
"Esperanza" es un signo de optimismo. El estado en que Ricardo aborda la escritura de estas canciones en el último invierno, cuando regresa a Getxo, tras más de un año en contacto con la naturaleza de una aldea soriana, donde recargó pilas y sobre todo donde recobró la calma de esos vaivenes amorosos de los que luego nutre sus poemas y canciones (dos libros y casi una decena de álbumes). Y es que Ricardo es en las distancias cortas un tipo risueño y con el que se hace fácil reír, aunque luego sus letras agudicen el desamparo sentimental al que todos en alguno momento nos hemos visto abocados, y que tanta ventura provoca en el arte de la fábula. Si es que hasta Lezón rima con el músculo de la emotividad.
Es también el cantante que se come las últimas sílabas para advertirnos que no son siempre necesarias, que la gracia está en que no estén. Aunque a veces le guste llevarse la contraria y remarcar zetas, ahí está "La paz salvaje" con ese estribillo feliz que entra sin avisar. El fotógrafo de los amores perdidos, como esas grandes causas archivadas aún sin cicatrizar, y que busca el aplomo contagioso que estalla en el metal de "Chet Baker" o en el vuelo orquestal de "Ella baila", o el hechizo crepuscular de "Primavera en Praga".
Y luego está Jimena Lezón, su hija adolescente (¿nieta tal vez de Vainica Doble?), que también me provoca una certeza a largo plazo. Jimena será, si ella quiere, una de las voces de referencia de las próximas décadas. Y aquí brillan sus primeras luces, en la palpitante "Arena y romero" o la serena "Lobos".
Tampoco se puede obviar a Edu Guzmán, su fiel y fino percusionista, o Raúl Pérez, David Cordero, Marc Clos y Manu Autumn Comets, sus otros cómplices.
La primera vez que escuché "Esperanza" fue entre kokotxas, tomate y vino blanco, en casa de un amigo común. Demasiado ambiente favorable para el equilibrio. Pero ahora en soledad y casi en ayuno, sigo en mis trece, "Esperanza" es el álbum del año de los hechos hasta ahora en castellano.
Javier Corral (Jerry)